Es la época de la recolección y la naturaleza no dosifica así que nos vemos lanzados a recurrir a trucos tan antiguos como el de las conservas: la mermelada. De un paseo por los alrededores, procurando alejarnos un pelín de civilizaciones cercanas y asfaltos varios, podemos volver a casa con unas cuantas moras en la cesta. Sin agobios de coger muchas, con media bolsa ya te salen unos 4 tarros de mermelada (depende del tamaño, pero muy grandes tampoco es bueno porque te cansas, no la acabas y se estropea).
Hacer mermelada es muy fácil. Así lo hemos hecho, con los conocimientos justos. Es cuestión de poner los frutos en una cazuela, nos somos muy de fuego lento, y remover hasta que suelta su jugo y se van cociendo. El siguiente paso es el azúcar, el azúcar es el conservante, si empleas unas medidas de mitad de fruta y mitad de azúcar, la mermelada una vez echada al tarro se conserva sola. A mí me gusta su sabor natural así que no le echo tanto, un poco sí. Lo sigues cociendo y probando hasta que te guste. Retira la espumilla que sale por arriba porque amarga. Cuando llegues a tu punto lo retiras del fuego, si al final le das más candela se te quema un poquito y está más rica. Lo echas en los tarros, lo dejas enfriar y una vez frio lo tapas. Después para que no se estropeen, los botes tapados hay que cocerlos en agua hirviendo durante 15 min. Y voila! a desayunar tu creación! que eso da más energía aún.
PROMETO ALGUNA FOTO
viernes, 4 de septiembre de 2009
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